Nuestra Parroquia

  • Calle Hidalgo #2, Colonia Centro, Moroleón, Guanajuato, Mx. C.P. 38800
  • Lunes a Viernes de 10:00 am a 2:00 pm y de 5:00 pm a 8:00 pm
  • Sábado de 10:00 am a 2:00 pm
  • Domingo Cerrado

Historia

Antecedentes Parroquia de San Juan Bautista

Dos capillas antecedieron al Templo Monumental, la primera, la construyó, por el año 1775, Don José Guzmán López, en el lugar que ocupa la Torre actual cuyas medidas ARAN 9 m. de longitud por 4 m. de anchura, con el techo de vigas y terrado. Don José Guzmán López, heredero de estas Tierras, se había trasladado de Yuriria a su propiedad aquí, acompañado por su familia. Habiendo invitado a otras varias familias y amistades, formó un Caserío que ya era más grande que los anteriores asentamientos: el Ranchito (Colonia Hidalgo) y el Ojito de Agua, que desde décadas atrás, se habían establecido. Las familias Guzmán se ubicaron en los alrededores del hoy Jardín Principal, este espacio lo destinó Don José Guzmán para ornato natural. También previó un Templo mucho más grande que esta primera Capilla, para el cual dejó un terreno amplio.

En la primera capilla fue colocada una imagen de San Juan Bautista, traída de Yuriria por estas familias, a la cual eligieron como su Patrono Celestial. Los Religiosos Agustinos de la Parroquia de Yuriria, reconocieron esta Dedicación a San Juan y es la razón por la cual nuestra Parroquia se denomina Parroquia de San Juan Bautista. Esta primera capilla fue sustituida por la segunda Capilla, la cual se construyó bajo el diseño de R. P. Fray Francisco Quintana y Aguilar, primer Vicario de este lugar. Esta segunda capilla fue destinada para dar Culto a la maravillosa Imagen del Crucifijo del Señor de Esquipulas, la cual llegó provisionalmente para presidir desde sus inicios nuestro Pueblo. También fue colocada en esta segunda Capilla, la imagen de San Juan Bautista.

Llegada del Señor de Esquipulitas
 

Esquipulitas es el nombre de una población del departamento de Chiquimula, de la República de Guatemala. En esta población se venera la imagen original del Cristo crucificado, bajo la advocación de «Señor de Esquipulas».

IMAGEN 1 (Basilica de Esquipulas Chiquimula, Republica de Guatemala) (Basilica de Esquipulas Chiquimula, Republica de Guatemala)

La palabra correcta, en el Quiché o Chakchikel, que hablaban las Tribus indígenas que poblaron esa región, es la de «Itzkipulas», que quiere decir: «Lugar de Fresnos» aun cuando en Maya  se dice «Ek ik pul ha», que significa » Negro viento que empuja el agua».

 

Cristo de Esquipulas, Guatemala

 

Allá por el año de 1800, la familia de Don José Guzmán López, que vino de Yuriria a poblar estas tierras que por derecho de herencia le correspondían, había aumentado, y eran casados y con problemas, sus hijos Agustín, Pedro y Juan, quienes fincaron sus casas en los lotes o solares que su señor padre les había destinado.

La casa de D. Agustín, hijo primogénito de la familia, estuvo ubicada en lo que hoy es la esquina del Portal Matamoros y C. de Juárez, con el frente hacia la plaza y con un pequeño alero o portal de morillos y teja. Pues bien, una calurosa mañana del día 5 de Mayo de 1805, llegaron dos viajeros procedentes de lejanas tierras. Uno de ellos era vecino del rancho de Quiahuyo, pero muy conocido en este lugar, por tratarse de un activo comerciante que, en sus largos viajes por la zona sur del país, solía llegar hasta Tapachula, provincia del Soconusco en el hoy estado de Chiapas y frontera con la que en aquel tiempo era la Capitanía General de Guatemala y que por su piedad religiosa era familiarmente conocido con el nombre de «El hermano José María». Su nombre completo era José María Aguilar.

El otro viajero era desconocido, pero entre ambos se había establecido una relación de amistad, por haberse encontrado en el camino y haber proseguido juntos la larga caminata. Los dos personajes, cubiertos de polvo y fatigados por las extensas jornadas bajo el sol y la lluvia, se detuvieron frente a la casa de don Agustín, a quien el hermano José María, después de saludarlo, le expuso que su compañía venía aquel señor que parecía extranjero y que iba rumbo al Real de Minas de Santa Fe de Guanajuato, donde pensaba depositar una preciosa escultura que trapia consigo; pero aquel había enfermado y como no había mesón o posada a donde llevarlo le pedía que acogiera en su casa aquel prójimo tan maltratado. Accedió don Agustín de buena gana y con mucho comedimiento salió a recibir al forastero, ofreciéndole su casa para que tuviera el descanso requerido por su triste estado.

La relación que el desconocido hizo con Don Agustín, fue la siguiente: Que vivía en el pueblo de Esquipulas de la Capitanía General de Guatemala, donde ejercía la profesión de larife y escultor; que por virtud de su arte, había cincelado una imagen de Cristo crucificado que se venera en aquel lugar y que habiéndola terminado, sintió un vivo deseo de emprender una larga peregrinación para dejar su obra en el más bello Templo del mineral de Santa Fe de Guanajuato, cuya fama trascendía a España y sus colonias; que había logrado que el Obispo de Guatemala bendijera su imagen y que con ella acuestas emprendió la marcha; que en un mesón del pueblo de Tapachula había encontrado al hermano José María, de quién supo que estaba por regresar a su lugar de origen y como el camino que pretendía seguir era el mismo que él le correspondía a recorrer, le pidió que lo admitiera en su compañía para hacer juntos el trayecto que después de las penalidades de una ruta tan larga, al llegar a Valladolid (hoy Morelia) empezó a sentirse enfermo y pensó quedarse allí, pero cómo amaneció algo recuperado, consintió en seguir al hermano José María hasta este lugar donde prefería quedarse entre gente conocida, para ver si se curaba de sus males.

Conmovido por tan extraña relación, Don Agustín ofreció al viajero su pobre casa, donde lo instaló lo mejor que pudo, destinándole una cama en un pequeño cuarto, a donde traslado las escasas pertenencias, incluyendo una caja de madera en la que guardaba su escultura.

Moroleón Antiguo

 

Después de algunos días en que se le hicieron remedios caseros, puesto que en ese entonces no sé disponía de médicos y mucho menos de medicinas, el enfermo presintió su muerte y donó a su bienhechor todo lo que poseía, inclusive su querida imagen qué tal vez por designio de Dios, se quedaría para siempre en este pueblo, para ser lazo de unión de concordia y de fortaleza de todos los habitantes de este suelo.

En vista de la gravedad del enfermo, Don Agustín preguntó al hermano José María, que todos los días venía a saber cómo seguía su amigo y compañero, lo que supiera de tan extraño personaje, obteniendo la siguiente información: que su nombre era Alonso de Velazco; que mejor que escultor, parecía un fraile religioso que soporto las penalidades del viaje con mucha paciencia y resignación y que las horas de descanso, principalmente al amanecer y al anochecer lo invitaba a rezar, después de lo cual entonaba algunos cantos y alabanzas en honor a su imagen, que cuidaba con mucho esmero.

Enseguida penetraron al cuarto del moribundo, a quién Don Agustín preguntó si tenía familia o parientes a quién comunicar su última voluntad, a lo que el paciente contestó que no tenía a nadie ni en Guatemala, ni en España.

Fue traído un sacerdote de Yuriria quien auxilió al agonizante, que murió el mismo día, fue velado esa noche y enterrado al día siguiente recibiendo sepultura en el seno de la entonces Congregación.

Pocos días después Don Agustín y el hermano José María fueron a poner en conocimiento del señor Cura de esa población lo que acababa de suceder, invitándolo a pasar a la Congregación, en una de sus acostumbradas visitas, que para diese Fe  del contenido de la caja, respecto a la cual la gente empezó a creer que se trataba de un inmenso tesoro, que nadie se atrevía a tocar, porque si era efectivamente un tesoro, no faltaría quién los hiciera responsables de un bien tan cuantioso, no obstante  haber de por medio una donación expresa y legal.

No pasó mucho tiempo cuando el Padre Quintana viajó a la Congregación, donde se hizo repetir la relación de lo ocurrido, y bien informado de todos los pormenores procedió abrir la caja delante de varias personas que se habían reunido en la casa de Don Agustín, las cuales asombraron cuando fue extraída la pequeña escultura de un color negro brillante.

Señor de Esquipulitas, Moroleón

 

Enseguida el Padre Quintana sacó de la caja el pergamino donde se hacía constar que aquella imagen era una copia fiel y exacta, de la que se venera en el pueblo de Esquipulas, en Guatemala que por este motivo, este Cristo crucificado estaba bajo la advocación del «Señor de Esquipulas» nombre con el que había sido bendecido, con grandes privilegios y virtudes por el venerable Obispo de ese país,  Excmo.,Señor Dr. Dn. Luis de Peñalver y Cárdenas. La fecha en que esta consagración se llevó a cabo el 15 de enero de 1805 es decir cuatro meses antes de su llegada a la Congregación.

El nombre del escultor: Alonso de Velazco; la madera fina empleada en su confección era ébano pulido. Junto a este pergamino había otro documento manuscrito donde el escultor Alonso de Velazco hacía formal donación de la escultura a Don Agustín Guzmán, con la sugerencia de que se le hiciera «patrono de este hospitalario pueblo, se le construyera un templo y se le rindiera culto y adoración filial, por las presentes y futuras generaciones.»

La escultura fue en colocada en rústica e improvisada cruz, que había prevenido el hermano José María. Fue mostrada al pueblo, que al enterarse de lo que estaba ocurriendo, se agolpó frente a la casa de Don Agustín, ansiosa de presenciar este acontecimiento. Enseguida el Padre Quintana colocó la imagen en un pequeño altar del portal y revestido de sus ornamentos sacerdotales bendijo de nuevo la santa imagen y fue el primero en rendirle culto y adoración.

La imagen fue trasladada al cuarto mayor de la casa, sus paredes daban a lo que hoy es la calle Juárez, donde el propietario mandó abrir una puerta con el fin de que la gente, que cada día venía en mayor número, pudiera orar ante el divino crucificado; y como éste era el tesoro que contenía la misteriosa caja, pronto se le dio a esta calle nombre de la «Calle del Tesoro», con el que se conoció por muchos años.

El 15 de enero de 1806, volvió el Padre Quintana a la Congregación, para Celebrar la primera misa de Función en honor del Señor de Esquipulas llamado: «Señor de Esquipulitas».

Desde esa fecha proviene la costumbre de celebrar el 15 de enero, Aniversario de la Bendición de esa prodigiosa imagen y fecha en la que tiene lugar la festividad del Señor, allá en Guatemala.

Después de los actos religiosos llevados a cabo por el Padre Quintana, hubo jaripeo y vendimias populares; lejano antecedente de la feria de Moroleón, que se realiza año con año durante el mes de enero.

Se han levantado dos templos al Señor de Esquipulitas, el primero del fue demolido para dar lugar al templo actual, que se empezó a construir el 3 de septiembre de 1888, bajo el vicariato del Padre Fray Bernardo Arias, y consagrado el 14 de enero de 1913, por el EXCMO. Y RVDMO. Arzobispo de Michoacán, Sr. Doctor Don Leopoldo Ruiz y Flores.

DATOS RELEVANTES DE LA IMAGEN Y DEL TEMPLO

El 15 de enero de 1806 fue la primera misa en honor de la imagen en la llamada «Casa del tesoro» o «casa de Don Agustín», a donde llegó la imagen y dónde se instaló una improvisada capilla y expuesta a la veneración.

Ese mismo año inició la construcción de una capilla dedicada al Señor de Esquipulitas en donde se encuentra la actual. El traslado de la imagen fue el 6 de enero de 1841 donde por primera vez se hizo la Novena y festejo de las Fiestas Solemne a la bendita imagen.

En esta capilla fue demolida más tarde para dar paso a la construcción del Templo cuyo croquis y primera piedra fueron realizadas por el Padre Francisco Quintana. Esta construcción fue lenta y tardo muchos años por diversos motivos, además de tener oposición de algunos fieles que decían que «era mucho Templo para tan pocos habitantes», sin embargo, el Padre Quintana señaló, que llegaría el día en  que sería insuficiente para el gran número de fieles y devotos del Señor de Esquipulitas, lo cual es ya una realidad inobjetable.

Devotos del Señor de Esquipulitas


La obra se inició en el año de 1843, el mismo año en que murió el Padre Quintana. Tuvo gran avance durante el vicariato del P. Fulgencio Villagómez, del P. Leodegario Gallardo, y sobre todo en tiempos del P. Fr. Miguel F. Zavala. La conclusión de la obra fue en el año de 1912 y su consagración se realizó el 14 de enero de 1913 por el Arzobispo de Morelia Don Leopoldo Ruiz y Flores. El pueblo que en tiempos del Padre Quintana contaba con dos mil habitantes se había quintuplicado por lo que se hizo necesario aumentar el número de los sacerdotes a cargo de esta feligresía.

El templo tiene al frente una torre-campanario al centro que mide 44 metros y medio,  su frontón es triangular con marcados elementos góticos.

El templo consta con una sola nave en forma de cruz latina. Las medidas son 65 m de largo por 15 de ancho y 25 de alto.

Los cruceros son de 15 por 15 metros, así como las capillas. En el presbiterio, de estilo gótico se encuentra un retablo donde al centro se ubica la parte más alta el  Camerín que contiene la imagen del Señor de Esquipulitas, que es bajada una vez al año para que sus festividades. Abajo está el lugar del santísimo ya que es también Templo expiatorio y a los lados se encuentra la imagen de San Juan Bautista y de algunos santos agustinos. La ornamentación y decoración son de la época del romanticismo.

En las pechinas de la cúpula contiene alegorías de la vida de San Agustín. A los costados hay dos grandes y hermosas capillas y una sacristía monumental de 900 metros cuadrados. Tiene todo el templo una iluminación natural donde la mayor parte del día y por la noche se ilumina con un número importante de candiles de cristal cortado

 

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